Fuel el 10 de Enero de 1963. Jamás lo olvidaremos. Era el primer día que compartíamos una clase mixta en el Liceo Francés. Primer día tan anhelado a lo largo de los años, en el cual íbamos a estar con las "niñas"del colegio. Los compañeros de clase habían tenido que esperar desde tercer kinder, para al fin llegar a 5° de Bachillerato. Antes de esa fecha, un muro atravesaba de lado a lado el patio de recreo separando "niños y niñas"... Era un muro más infranqueable que el de Berlín.
Las "niñas" se sentaron al lado derecho del salón, los "niños"al lado izquierdo. Estar con las "niñas" nos quitó toda la espontaneidad. Sabíamos por comentarios que nos veían como unos muchachos inmaduros. Entre nos, la percepción que tienen las "niñas" de la clase después de 43 años no ha cambiado mucho, permanece intacta; ¡Seguimos siendo infantiles bordeando los 60!
Nuestro nerviosismo no se debía solamente al hecho de estar con las niñas. Íbamos a inaugurar ese año escolar con una materia cuyo solo nombre nos producía la fascinación de lo desconocido... la "filosofía".
Entró el profesor Jacques Rousset a la clase: bajito, flaquito, nariz respingada, pelirrojo, ojos verdes implacables. Íbamos a ver repetirse a lo largo del año la alternancia de sus dos trajes: Un día el gris con la corbata gris y otro día el vestido café con la corbata café. Pero obviamente, usando siempre, con la misma camisa cuya blancura se iba deteriorando de lunes a viernes a lo largo de la semana.
Habíamos oído hablar acerca del profesor Rousset por referencias. Calificaba sobre cinco: Cinco era para Dios, cuatro para él y para nosotros empezaba a calificar a partir de tres. Sobra decir que, debajo de tres todos nos rajábamos.
Con una mirada decidida y después de una larga pausa en la mitad de un silencio sepulcral, nos anunció: la Pasión Copien:
La Pasión es pasiva, anula la voluntad. Nos dio el ejemplo de Fedra que se enamora de su hijastro Hipólito y se odiaba a sí misma.
Recordamos la clase del profesor francés Krick quien nos hablaba en 4° bachillerato acerca de los dramaturgos: Racine, <
Sin embargo, el profesor Rousset sentenció: Nadie puede luchar contra la pasión. La pasión anula la voluntad.
Agregaba:
Existen varios tipos de pasiones: Por la política, por el dinero, por el poder o por alguien. La peor categoría de pasión es la pasión por las ideas, contra las cuales nadie puede competir.
Las pasiones no se controlan, repito: Son lo más ajeno al acto voluntario.
No confundan pasión con amor. Por si acaso, una pasión compartida podría transformarse a la larga en un gran amor.
El amor implica sentimiento, bienestar, cariño, afinidades. La pasión es ajena a esas consideraciones.
La pasión es como un volcán en efervescencia. Contra las pasiones infelices, solo hay dos remedios: el pasar del tiempo o el suicidio.
Jamás podían preexistir dos pasiones en una misma persona. Serían incompatibles.
La pasión es excluyente y exclusiva. Si usted siente dos afinidades, son pasatiempos (hoy en día decimos hobbies), no pasiones.
La pasión es una sola, es cruel, es inexorable, no perdona y no tiene contemplación alguna.
El profesor Rousset de una vez nos quitó todas las ilusiones. La pasión arrasa.
No confundan la pasión con el entusiasmo. Entusiasmo viene del griego En-Theos, es decir, Dios por dentro.
La pasión no razona, es totalmente ajena a la razón.
La pasión son los sufrimientos de Cristo. Esperábamos con ansiedad el día en el cual el profesor Rousset, nos hablaría de Dios.
Se tejían acerca de él toda suerte de versiones: Unos: ¡Que era un ateo consumado!, Otros decían: ¡Que lo habían visto comulgar en la penumbra de una iglesiade rodillas!...
La pasión puede intensificarse a lo largo de la historia de la humanidad según las modas. En la época del "Werther de Goethe", era una moda suicidarse en Alemania por pasión.
En Francia, pasión es sinónimo del crimen pasional.
Hubo épocas que privilegiaron La pasión como el romanticismo francés y otras, que hicieron lo posible por reprimir al máximo cualquier posible síntoma de pasión... ¡Como si eso fuera posible!..., con todos los estragos que eso significó para quienes fueron educados en la rígida época victoriana en Inglaterra.
El profesor Rousset siguió hablando, creo más consigo mismo que con nosotros: Los delirios de grandeza son pasiones y la pasión es capaz de todo.
Sonó la campana. Los niños y las niñas de la clase quedamos petrificados, pero el profesor Rousset nos había conquistado. Por primera vez, nadie pensó en hacer el "relajito" acostumbrado en el cual éramos expertos. Y hasta yo, me abstuve de hacer un chiste malo.
Nunca nos repusimos de la clase acerca de la Pasión... El tema nos ha seguido atormentando a todos el resto de nuestras vidas. Bien sea, tratando de descubrir en los seres humanos cuál es su pasión o cuál es el motor interno que mueve la gente?
Hoy en día me pregunto... ¿Será que Colombia es pasión?
* Carta de Jean Claude Bessudo a sus compañeros de Colegio
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